lunes, 4 de diciembre de 2017

Lluvia de otoño


Leve lluvia sobre el ocre de las hojas,
sobre tu cabello,
tu piel,
tus pasos.
Que lentos recorren el bosque,
buscando ¿el qué?
No sé.

El silencio se escucha sobre la hojarasca
y buscas pistas
que marquen tu rumbo.

La lluvia sobre el ocre de tu vida.
Mojando, disolviendo.
Y tú buscas la hoja
única, brillante.
Brújula en mar de otoño.
Inconfundible, intangible
Que te guíe en el silencio
del bosque ruidoso
de la vida.

Foto: Ana Matesanz

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Entrevista en Onda Leganés

     
En la emisora
Foto: Eva Cano

     El pasado 19 de Noviembre me entrevistaron en Onda Leganés. Una emisora nueva que apoya a la gente de su municipio, y en el apartado cultural también a los artistas de los alrededores. Porque la cultura no tiene fronteras.
     Fue una experiencia muy gratificante, y desde aquí quiero agradecer a Eva Cano y todo el equipo de esta emisora su interés en mi novela.
     Os dejo el enlace del programa para que lo disfrutéis.








Ana Matesanz junto con Eva Cano antes de la entrevista.
Foto: Juan Carlos Martínez


miércoles, 15 de noviembre de 2017

Cómplices

Habían pasado años, muchos años, desde aquella noche en que toda la familia fuimos al bosque y enterramos a la abuela bajo el gran castaño. Papá se tuvo que inventar una historia para justificar la desaparición del cuerpo y evitar que metieran a su madre en el cementerio.
No había ninguna marca de su tumba. Nada indicaba que bajo la alfombra de hojas, una mujer, que había amado esa tierra, más que nada en su vida, se fusionaba con ella, para convertirse en ella misma. Con los hongos, insectos y microbios como cómplices, ya estaba en todas partes y en ninguna. Aunque quizá el minúsculo castaño que había brotado en primavera, justo donde ella estaba, quizá…, quien sabe si…

Foto: Ana Matesanz


miércoles, 8 de noviembre de 2017

Nadar o no nadar

Dicen que me ahogo en un vaso de agua ¡Anda y en una bañera! ¿Y cómo no me voy a ahogar?
Vamos a ver: yo no sé nadar, yo no busco lo que me encuentro, y si puedo lo esquivo. A mí me viene todo grande. Dicen que soy fuerte, muy fuerte; y también trabajadora y previsora, igual que mis compañeras.
Dicen los de fuera de la colonia, que siendo fuerte como soy no me puedo ahogar, que intente nadar para llegar a la orilla. Que luche contra los elementos para salvarme.
Pero yo no soy soldado. Y las hormigas obreras no sabemos utilizar las seis patas para nadar.

Foto: Ana Matesanz

viernes, 20 de octubre de 2017

Presentación de Ispalam en Humanes de Madrid

     El próximo 24 de octubre de 2017 presentaré mi novela "Ispalam" en la Biblioteca Municipal de Humanes de Madrid a las 19:00 h.
     Os invito a venir y estaré encantada de charlar un rato con todos los que los que se acerquen por allí.


martes, 17 de octubre de 2017

Alas nuevas

—Te libero de tus cadenas, sal de esta cárcel.
Dijo la niña abriendo la jaula. Dentro un lagarto verde, hermoso, dormitaba sin prestar atención a la puerta que se abría. Llevaba tanto tiempo ahí que había hecho de ese recinto su hogar.
—Vamos sal ya, que eres libre —La chiquilla daba golpecitos en los barrotes para animarle a salir.
El reptil se movió perezosamente y después de un largo rato pareció darse cuenta del hueco recién hecho. Entonces salió rápido, se colocó sobre la jaula y ante el asombro de la niña dio un salto tan alto, que ella tuvo que apartarse. Al mirarlo bajo el Sol, el lagarto extendió unas alas que antes no tenía. Y voló, voló alejándose de la seguridad de la prisión con sus nuevas alas de libertad.
La niña le vio partir mientras descubría de lejos lo que no había visto de cerca, en el tiempo que le tuvo junto a sí.

Foto: Ana Matesanz

jueves, 28 de septiembre de 2017

Cuentacuentos

     El próximo 1 de octubre estaré contando cuentos en el Centro de Educación Ambiental del Parque de Polvoranca, en Leganés (Madrid), a las 12:00 h.
    Desde hace años, el primer fin de semana de octubre, se celebra en este parque el Día Mundial de las aves.
   Aquí, SEO-Vanellus en colaboración con el Cea Polvoranca, realizan actividades para enseñar y concienciar sobre la conservación de las aves silvestres, a través de charlas, talleres, suelta de aves, anillamientos, cuentacuentos. 
     Y este año yo soy la encargada de contar cuentos de aves a los niños de 0 a 100 años que quieran escuchar historias de nuestros amigos alados. Volaremos por montañas y por que no por algún barrio de ciudad.


     Escuchar cuentos para soñar, imaginar, vivir, aprender y sobre todo... disfrutar. Porque cuando nos cuentan un cuento nos trasladamos en el tiempo y el espacio hacia lugares y épocas en los que todo es posible, tan posible que incluso algunas veces se mezcla con la realidad. 
    Con los cuentos, los mitos y las leyendas llegamos al subconsciente de las personas para transmitirlos esos mensajes, que quizá no aceptaran o entendieran si se los dijéramos directamente. Porque no son clases magistrales, sino vivencias de unos seres imaginarios o reales, en los que el niño, o por qué no, el adulto se ve reflejado de una u otra manera. 
     Con los cuentos, los niños aprenden a vencer sus miedos, sus inseguridades, a resolver situaciones cotidianas o cosas tan básicas para los adultos como los colores. Con los personajes de las historias los niños sufren, disfrutan, viajan y son capaces de vencer al dragón o el lobo. Por que estos animales no son un reptil ni un mamífero, sino la representación de sus miedos, a los que tienen que aprender a vencer para crecer sanos. Si a un niño le dices: "no tengas miedo", no funciona; le tienes que mostrar como  Pulgarcito, que tenía miedo, fue capaz de enfrentarse al ogro.
        Erase una vez...

Foto: Ana Matesanz

lunes, 18 de septiembre de 2017

Música


Siete notas,
siete hermanas,
Bailan en cinco horizontes
moviendo todo a su compás.

Brotan emociones sin fronteras
lenguaje universal
Que en las esferas, Pitágoras descubrió.
Vibraciones que atraviesan la piel,
no importa el idioma ni el lugar.
Historias que conmueven
o hacen bailar,
o luchar,
o amar.

Siete puntos y cinco líneas
si lo quieres escribir.
Y si no,
toca, canta.
O simplemente
deja que la melodía te haga sentir.
Vibrar.

Foto: Ana Matesanz

viernes, 28 de julio de 2017

Sssh... silencio

Nos han robado el silencio, que se está volviendo más valioso que el oro. La obsesión de la sociedad actual por hacer de cualquier momento una fiesta, nos hace olvidar que no todo en la vida necesita banda sonora. Precisamente el silencio es el que da sentido a la música. Si sobre ruidos ponemos música, esta se convierte en un ruido más.
Se habla mucho de los ruidos de los coches, de la maquinaria, pero no se dice nada de nuestro derecho a no escuchar la música del vecino, o a dejarnos esperar en silencio en una consulta telefónica. Se llega al absurdo de poner música de fondo en las entrevistas televisivas, hasta el punto de tener que discriminar auditivamente la voz del entrevistado de la del cantante. Suben y bajan la música y el resultado es mareante. Porque además la música es cantada, si no entiendes el idioma, todavía, pero si lo entiendes ya no sabes si hacer caso a lo que dice la canción o la entrevista, que en muchos casos no tiene nada que ver.
Y que decimos de la música de moda marchosa, mezclada con las voces de los locutores sobre el ruido de las máquinas y los golpes en una fábrica en la que se trabaja en cadena. Dicen que es para que el ambiente no decaiga y el ritmo de fabricación sea rápido. Eso sí, con las interferencias de la emisora para que el efecto sea más caótico todavía.
Lo último que he visto ha sido en una piscina. En la zona cerrada en la que se daban cursillos de natación a los niños, a alguien se le había ocurrido la feliz idea de poner música a todo volumen. Supongo que para dar ambiente de alegría y de que todos nos lo pasamos bien aprendiendo. El resultado era un ruido ensordecedor. Música machacona sobre el ruido de los chapoteos. Los monitores tenían que gritar las instrucciones a los niños que posiblemente no las oyeran. Si algún niño tiene miedo al agua lo que necesita es tranquilidad, no una fiesta obligatoria en medio del ruido y los profesores que les gritan para hacerse oír.
Quizá sea el temor a encontrarnos a solas con nuestros propios pensamientos o al vacío de nuestra vida. O simplemente la falta de costumbre de escuchar el silencio.
Curiosamente algunas de las personas que conozco que valoran el silencio son músicos. Precisamente ellos saben que la música tiene su sitio y su tiempo. Que incluso tu música preferida puede resultar desagradable si no es el momento de ser escuchada.
Me gusta la música, sí. Y por eso doy valor al silencio. El silencio que hace que los latidos de la vida y las melodías del alma suenen con todo su valor, en los acordes que acompañan nuestra existencia.



jueves, 20 de julio de 2017

Barro en las botas

El barro mancha tus botas.
Sin sentido llevas el carromato
Hacia la esperanza
Cada día más lejana.

Los palos dirigidos a las mulas
Te vuelven manchados
De odio y desdén,
En los pueblos,
En las ciudades.

Al despuntar el alba
Sacas melodías al violín.
Entonces,
El barro que esconde tu sonrisa,
Se deshace.
Y la esperanza está más cerca.

Foto: Ana Matesanz




lunes, 26 de junio de 2017

¡Fuego...!

Desde tiempos ancestrales, y antes de que los días se comiencen a acortar,  celebramos el poder del Sol en el día más largo del año, en la Noche de San Juan; manifiesta en la luz de las hogueras como símbolo de renovación y purificación. Como el Ave Fénix, que después de quemarse renace de sus cenizas.
El fuego quema lo malo para hacer hueco a lo nuevo. Pero también es la destrucción que hace, que año tras año, los montes sean pasto de las llamas. De ese monstruo que nos hipnotiza en la Noche del Solsticio de verano, y al que pedimos que queme nuestros males, saltando sobre él, dominándolo. Pero cuando las llamas danzan alrededor de nuestras casas y nuestras vidas no son tan mágicas. El chisporreteo de la madera que arde ya no tiene el ritmo de “El amor brujo” de Falla, sino el crujido de la devastación.
El calor sofocante del verano que ha secado hierbas y matorrales quema tanto que se convierte en lenguas gigantes que devoran todo a su paso. Entonces no nos acordamos de la renovación simbólica del fuego, porque las vidas que se pierden ya no se renuevan; el bosque que arde, en la mayor parte de los casos tarda tanto en recuperarse, que las generaciones presentes jamás lo verán como bosque, y en muchos casos no volverá a ser como antes.
El fuego es un monstruo hipnotizador que devora todo a su paso: lo malo y lo bueno, lo antiguo y lo nuevo.

Foto: Ana Matesanz

miércoles, 14 de junio de 2017

Mi estrella

Sigo observando mi trocito de cielo todas las noches. Desde mi privilegiada atalaya en la litera del pasillo central, y a través del agujero del techo que hay cercano a mi cara, poseo la visión más impresionante del firmamento.
Los compañeros del barracón tienen que compartir las estrellas que mudan de lugar. Yo tengo una sólo para mí: la Polar. Pero mi secreto no debe saberse, porque si los nazis se enteran me cambiarán a otro sitio, sin mi estrella.

Foto: Juan Carlos Martínez

lunes, 22 de mayo de 2017

Feria del libro de Fuenlabrada

     Este fin de semana estuve en la caseta de Entrelíneas Editores (nº 19) presentando mi novela "Ispalam" y firmando los libros a quien se los llevase. 
    La inauguración estuvo muy animada, con gran afluencia de público, espectáculos y actividades para niños y mayores. 
     Todavía estáis a tiempo de venir a verme y pasar un rato agradable paseando por la feria los días:
     Viernes 26: 18:00-21:00 h
     Sábado 27: 12:00-14:00 y 18:00-21:30 h
     Domingo 28: 12:00-14:00 h.
     Parque de la Fuente (Fuenlabrada, Madrid)



     
     

martes, 16 de mayo de 2017

En Librería Bravo


El pasado 12 de mayo presenté "Ispalam" en la librería Bravo de Fuenlabrada. Fue un rato muy agradable en el que pude charlar junto con los asistentes sobre el libro, y dedicar una buena parte de la presentación al proceso creativo de la novela.
Desde aquí quiero agradecer a Manuela el apoyo que da a la literatura y los escritores nóveles cediéndonos su librería para presentar nuestras obras. 



miércoles, 10 de mayo de 2017

Ispalam en Onda Fuenlabrada

     Ayer martes tuve el honor de ser entrevistada en Onda Fuenlabrada para el programa "Días de radio", dirigido por la periodista Montse Bobis.
     En este programa, Entrelíneas Editores, que ha publicado mi novela "Ispalam", tiene una sección los martes de 13:30 a 14:00 h. En esta ocasión Vanesa de Luis y yo fuimos las encargadas de hablar de nuestras novelas. 
     Fue una experiencia muy agradable y desde aquí quiero agradecer el apoyo que esta emisora da a los escritores y artistas nóveles.

     Os dejo el enlace para que lo disfrutéis.




Vanesa de Luis y Ana Matesanz 


sábado, 6 de mayo de 2017

Presentación de Ispalam en Librería Bravo

     El próximo viernes 12 de mayo, a las 19:00 h. presentaré mi novela "Ispalam" en la Librería Bravo C/ Buenos Aires, 5 (Fuenlabrada, Madrid)

     Estaré encantada de veros, charlar con vosotros y como no de dedicar el libro a quien se lo lleve.



miércoles, 26 de abril de 2017

Trinos y aromas

Ya estamos en plena primavera y en nuestras latitudes el campo rebosa de vida por todos lados. Los árboles se cubren de hojas nuevamente y las flores se abren desplegando sus olores para atraer a los insectos que las polinicen. Porque el aroma de las flores no es para nosotros, sino para esos bichitos minúsculos de los que dependen para la perpetuación de su especie. Seducidos por los colores y olores de los órganos sexuales de las plantas, se acercan a tomar el néctar que estas les ofrecen como regalo y señuelo para atraerlos. Las plantas no se mueven, pero son capaces de hacer que su polen se desplace lo necesario para fecundar a otra flor. El polen, las semillas y los frutos son capaces de utilizar el viento, el agua, los insectos, las aves e incluso los mamíferos para conseguir su propósito. Los vegetales no se desplazan, pero su promesa de vida es capaz de utilizar medios de transporte tan eficaces, que llegan a cualquier rincón del planeta en el que poder  arraigar. Para ello sólo tienen que darse las condiciones necesarias para desarrollarse y aquí es donde llega lo difícil.
Otras que se mueven, aunque en este caso por sí mismas, son las aves migratorias. En la Península Ibérica hace tiempo que se fueron las invernantes, y todavía están llegando algunas especies más tardías, que vienen a sacar a su prole adelante. Entre los pájaros que llenan el campo de cantos está el ruiseñor común, que desde el Sur de África llega a Europa para deleitarnos con su potente canto. Pero nuevamente no es para nosotros, sino para marcar su territorio y decir a las hembras “Aquí estoy yo y busco novia”. 
          Os regalo el canto del ruiseñor para que disfrutéis con su trino. 
                  Ruiseñor común



Foto: Juan Carlos Martínez

miércoles, 5 de abril de 2017

Surcos de agua

Vida líquida
Como agua de mar,
Que lleva ilusiones
Y devuelve sal
Inmensidad azul,
Sin fin,
Sin forma.
Moldeable y blanda.
El devenir de las olas
Desgasta la roca,
Moldea formas nuevas,
Extrañas.
Marcando surcos
De vida y agua.

Foto: Ana Matesanz

viernes, 24 de marzo de 2017

Promesa de calor

Hace un frío que pela. Andrés camina encogido, las manos en los bolsillos y la nariz roja con un brillante a punto de caer. Hace demasiado frío para sacar el pañuelo del bolsillo. Al llegar al semáforo se para con la mirada fija en el muñequito. Rojo-verde-rojo-verde. El frío paraliza.
Un mocoso le empuja al cruzar la calle despegándole del suelo. Andrés camina y tropieza con algo blando. ¡Maravilloso, promesa de calor! Ahora la bufanda le abraza el cuello, le da energía y alas en los pies. Debe correr, no puede perder esa entrevista. No, por el frío no. Se quita el brillante de la nariz, se ajusta la bufanda y sube la escalera dispuesto a comerse el mundo en aquella fábrica de alimentos congelados.

Foto: Ana Matesanz

viernes, 17 de marzo de 2017

Un viaje tan largo

—¿Don Cristóbal Colón? —Preguntó el emisario al hombre que observaba un huevo de gallina depositado en un plato.
—Sí, soy yo —respondió este levantándose de la silla. Hablaba con un marcado acento gallego.
—Bien, pues recoged vuestras cosas que partís mañana.
El hombre que miraba el huevo, fijó su vista en quien eso le decía.
—¿Tan rápido?
—La reina ha recibido ya el dinero necesario para vuestro viaje y partís mañana.
—Bueno, pero ya lo llevo todo encima.
—¿No necesitáis nada más en un viaje tan largo que no sabéis lo que durará?
—No necesito nada más, el viaje no es tan largo.
—De acuerdo, vos sabréis lo que hacéis. Tomad, aquí tenéis dinero para los primeros gastos.
El hombre llamado Cristóbal Colón cogió la bolsa que le ofrecían y se dirigió a la puerta para marcharse.
—Podéis llevaros el huevo —dijo el emisario—. Sé que es importante para vos y la reina.
El viajero se volvió, cogió el huevo y se marchó.
El representante de su majestad quedó sólo, al poco llamaron a la puerta y entró un chambelán.
—Señor. Aquí  fuera hay un hombre, parece extranjero. Dice llamarse Cristóbal Colón y quiere hablar con vos, porque le habéis citado para tratar el asunto de un viaje.

Foto: Ana Matesanz

lunes, 30 de enero de 2017

Nuez dormida

¿Qué piensa el poeta?
¿Sabrá él pensar?
A su neurona dormida llama,
Porque pensar no puede.
Ella, desperezándose,
Envía un boceto de pensamiento.
¡Señor cerebro, ahí va eso!
Pero aquello,
Igual que una nuez,
Se encierra en el cascarón.
¡Ssssh, el poeta duerme!

Foto: Ana Matesanz

sábado, 14 de enero de 2017

El último viaje

La puerta se cerró tras ella y comenzó a caminar lentamente. Como todas las noches, cuando Sandra le dejaba en casa, se despedían con un beso, cada vez más frío, más ritual. Ya le estaba empezando a pasar con Roberto lo mismo que con sus anteriores parejas.
Sacó las llaves del bolso y abrió el coche. El viejo motor se resistía y sólo arrancó después de que su dueña gritara una palabrota. ¿Por qué siempre elegía hombres sin medio de transporte? Si el coche se estropeaba su relación con Roberto habría acabado, porque viviendo a treinta kilómetros de carretera de montaña, los dos sin coche ni transporte público: fin.
—Puedes comprarte otro  coche —dijo él en una ocasión.
Ni se le había pasado por la cabeza comprárselo él.
Sus anteriores relaciones comenzaban alegres, apasionadas. Sandra las vivía saboreando cada instante que pasaba con ellos, los amaba de manera casi religiosa, adorando a esos hombres que creía que también la adoraban a ella. Hasta que se daba cuenta de su error, no soportaba la decepción y entonces los dejaba. Así una y otra vez.
El coche circulaba en la noche solitaria y oscura de la montaña. Eran las tres de la madrugada y tendría que estar dentro de cinco horas en la oficina. En aquella empresa en la que tanto le costó entrar, en la que había creído que realizaría el sueño de su profesión.  Estuvo quince años dando tumbos de trabajo en trabajo y cuando por fin encontró lo que buscaba, empezaron a desplazarla  poco a poco.
Se dio cuenta que si se acababa su relación con Roberto le daba igual. Si la echaban del trabajo la daba igual. Si el coche se estropeaba le daba igual.
La Luna brillante en lo alto del barranco iluminaba la curva de la carretera.
—Vamos cochecito, pórtate bien por última vez. —Dijo Sandra pisando a fondo el acelerador y sujetando firme el volante para tomar recta aquella curva en lo alto del abismo. 

Foto: Ana Matesanz

jueves, 5 de enero de 2017

El fruto del acebuche

La luz de la hoguera iluminaba el rostro ajado de aquella mujer, más vieja que cualquiera de los ancianos, que la recordaban ya adulta, regresando cargada con los frutos amargos del acebuche, cuando ellos todavía eran niños.
Echó un tronco a la lumbre y se dispuso a hablar.
“La Gran Madre me había bendecido en varias ocasiones hinchando mi vientre, pero aquel niño era el primero que conseguía llegar a caminar. Aquel día  mi hijo se entretenía jugando con los frutos de un acebuche mientras yo recogía setas. Aunque el desagradable sabor le hizo escupir uno que se metió en la boca, se llevó algunos consigo cuando regresamos al poblado, igual que hacía con todo lo que le atraía.
Pasaron dos lunas, un día le vi comer algo que yo no le había dado y parecía agradarle, pero que después expulsó: era un hueso de acebuche.
El niño metió la mano en un cántaro con agua y ante mi sorpresa sacó uno de aquellos frutos que cogió tiempo atrás. Yo esperaba ver una mueca de asco en su cara, pero me extrañé al ver que lo masticaba gustosamente.
Hundí la mano en el líquido buscando más frutos y saqué uno que comí. No estaba amargo sino que tenía un gusto agradable. ¿Podía ser que el agua en el que había estado tanto tiempo le hubiera quitado el amargor?
Quise saberlo y salí a recolectar algunos, me resultó muy complicado porque el invierno estaba ya avanzado y apenas quedaban en las plantas. Los introduje en agua y fui probándolos cada cierto tiempo hasta que vi ya tenían buen sabor.
No dije nada a nadie y cuando los frutos estuvieron de nuevo en los árboles recolecté todos los que pude, ante el asombro de las mujeres que me acompañaban. Los metí en agua y al llegar el tiempo de comerlos me deleité con ellos. Algo me decía que daban mucha salud al cuerpo, ya que mi hijo crecía fuerte y sano. Una noche de invierno lo mostré al clan. Muchos no querían comer los frutos, porque conocían su desagradable sabor, pero los más atrevidos los probaron y disfrutaron.
Fue un gran descubrimiento que nos valió para pasar el frío de los días cortos y que en alguna ocasión hemos intercambiado por productos de otras tribus que no conocen nuestro secreto.” 
Acabado su relato la anciana enmudeció, y sólo salió de su abstracción para coger algo que le ofrecía un niño, quizá hijo del hijo de aquel que metió en agua los frutos del acebuche.

(Acebuche: árbol silvestre del que procede el olivo. El olivo, originario del Mediterráneo Oriental, fue traído a la Península Ibérica por los fenicios. Junto con la vid y los cereales forma la tríada de cultivos en los que se han basado las culturas mediterráneas a lo largo de la historia).

Foto: Ana Matesanz