martes, 9 de julio de 2019

Dejemos cada cosa en su sitio


El otro día, revisando fotos antiguas, di con unas imágenes en las que había sacado a una hembra de mapache junto a sus seis crías.
Fue una preciosidad verlos jugar, subir a los árboles y costaba creer que pertenecieran a una especie invasora. Me miraron a los ojos confiando, entonces me di cuenta de que debía informar de su presencia. Era un deber hacerlo, ya que las especies invasoras son la segunda causa de extinción de biodiversidad.
Pero cuando una madre, aunque sea animal, te mira a los ojos y no se lleva a sus cachorros sabiendo que no les vas a hacer nada. Cuando te deja que disfrutes con su presencia… no puedes hacerlo. Porque no es culpa suya ser invasora. A sus antepasados les sacaron de su tierra para meterlos en jaulas y ser juguetes de niños mimados.
Mi trayectoria hace que para defender el Medio Ambiente me tenga que endurecer en casos como este. Yo habría preferido ver una familia de garduñas, de nutrias, de osos o de cualquier especie autóctona. Pero me tuve que conformar con su enemigo. Mi primera reacción fue de repulsa… hasta que vi a los cachorros jugar.
Es una pena llegar al extremo de tener que exterminar lo que se trajo como juguete, a lo que se compró para hacer compañía a un niño con problemas. Los psicólogos aconsejan a los padres que proporcionen a sus hijos un animal de compañía. Dicen que ello les ayuda a madurar y ser responsables. Pero no valoran el cargo que eso supone para las familias. Quizá lo que los niños necesitan es que sus padres se tiren al suelo a jugar con ellos.
La moda de las especies exóticas se está extendiendo tanto que algunos pisos ya parecen zoológicos. Ahora la gente se lleva a casa cualquier animal que ve en el campo. Como el galápago europeo, que desaparece de su ecosistema para llenar los terrarios; a la par que los galápagos de Florida salen de ellos para invadir sin límite nuestras charcas.
Dejemos cada animal en su sitio. Que no tengamos que aniquilar lo que con tanto cariño acogimos en nuestro hogar. Las especies exóticas invasoras son la segunda causa de extinción de biodiversidad. Desplazan a las autóctonas por competencia de alimento y refugio. Son más fuertes, les trasmiten enfermedades y no tienen competidores ni depredadores. Son tan adaptables que son muy difíciles de erradicar en el medio ambiente natural y urbano.
Hay especies que se introducen accidentalmente en el transporte de mercancías o por otros medios. Pero podemos evitar que el problema de las mascotas vaya a más. Simplemente seamos capaces de salir al campo y disfrutar de la visión de los animales salvajes. Y si queremos llevárnoslo a casa, que sea en una foto. Si somos capaces de disfrutar de su visión y su canto en su hábitat no necesitaremos poseerlo. No querremos comprar un loro de vivos colores porque disfrutaremos de un abejaruco en primavera.

(Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad. Ley 42/2007)
(Catálogo de especies invasoras. Real Decreto 630/2013, de 2 de agosto)

Foto: Ana Matesanz