miércoles, 15 de noviembre de 2017

Cómplices

Habían pasado años, muchos años, desde aquella noche en que toda la familia fuimos al bosque y enterramos a la abuela bajo el gran castaño. Papá se tuvo que inventar una historia para justificar la desaparición del cuerpo y evitar que metieran a su madre en el cementerio.
No había ninguna marca de su tumba. Nada indicaba que bajo la alfombra de hojas, una mujer, que había amado esa tierra, más que nada en su vida, se fusionaba con ella, para convertirse en ella misma. Con los hongos, insectos y microbios como cómplices, ya estaba en todas partes y en ninguna. Aunque quizá el minúsculo castaño que había brotado en primavera, justo donde ella estaba, quizá…, quien sabe si…

Foto: Ana Matesanz


No hay comentarios: