viernes, 24 de marzo de 2017

Promesa de calor

Hace un frío que pela. Andrés camina encogido, las manos en los bolsillos y la nariz roja con un brillante a punto de caer. Hace demasiado frío para sacar el pañuelo del bolsillo. Al llegar al semáforo se para con la mirada fija en el muñequito. Rojo-verde-rojo-verde. El frío paraliza.
Un mocoso le empuja al cruzar la calle despegándole del suelo. Andrés camina y tropieza con algo blando. ¡Maravilloso, promesa de calor! Ahora la bufanda le abraza el cuello, le da energía y alas en los pies. Debe correr, no puede perder esa entrevista. No, por el frío no. Se quita el brillante de la nariz, se ajusta la bufanda y sube la escalera dispuesto a comerse el mundo en aquella fábrica de alimentos congelados.

Foto: Ana Matesanz

viernes, 17 de marzo de 2017

Un viaje tan largo

—¿Don Cristóbal Colón? —Preguntó el emisario al hombre que observaba un huevo de gallina depositado en un plato.
—Sí, soy yo —respondió este levantándose de la silla. Hablaba con un marcado acento gallego.
—Bien, pues recoged vuestras cosas que partís mañana.
El hombre que miraba el huevo, fijó su vista en quien eso le decía.
—¿Tan rápido?
—La reina ha recibido ya el dinero necesario para vuestro viaje y partís mañana.
—Bueno, pero ya lo llevo todo encima.
—¿No necesitáis nada más en un viaje tan largo que no sabéis lo que durará?
—No necesito nada más, el viaje no es tan largo.
—De acuerdo, vos sabréis lo que hacéis. Tomad, aquí tenéis dinero para los primeros gastos.
El hombre llamado Cristóbal Colón cogió la bolsa que le ofrecían y se dirigió a la puerta para marcharse.
—Podéis llevaros el huevo —dijo el emisario—. Sé que es importante para vos y la reina.
El viajero se volvió, cogió el huevo y se marchó.
El representante de su majestad quedó sólo, al poco llamaron a la puerta y entró un chambelán.
—Señor. Aquí  fuera hay un hombre, parece extranjero. Dice llamarse Cristóbal Colón y quiere hablar con vos, porque le habéis citado para tratar el asunto de un viaje.

Foto: Ana Matesanz