miércoles, 13 de julio de 2016

Una mota de polvo

 Hoy ya no llueve. Por fin se me secará el serrín dentro de un par de días. ¿Cuánto tiempo llevaré en este desván? Desde la última limpieza en que me barrieron a este rincón han caído las hojas del chopo dos veces. No se le ve, únicamente reconozco el paso de las estaciones porque alguna de sus hojas tapa el agujero del tejado que tengo sobre mí.
Todavía recuerdo cuando Marta lo plantó junto a su padre en el jardín. Tenía dos añitos y a mí me colocó cuidadosamente sobre una piedra, después de darme un beso en la cabeza. No quería que me manchara ni me lastimara con la azada.
Cuándo las ramas del chopo ya eran más altas que el tejado, Marta me sacó de su habitación para hacer sitio a sus vestidos, libros y ordenador. Ese fue el día más triste de mi vida. Despreciado por quién te ha querido, encerrado en un oscuro desván y después barrido como una mota de polvo.


Foto: Ana Matesanz


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