miércoles, 22 de mayo de 2019

Un brindis por Carola


Después de unos entremeses, dos platos y un gran postre; ya sólo existía ése instante bañado en sidra en el que flotaba el pasado.
Los recuerdos de fiestas, amores y juergas nocturnas emergían de las risas de aquellos que algún día fueron adolescentes. El pasado era feliz, era aventura continua y despreocupación. Se oyó ruido de cristales y todos miraron hacia su origen. Ernesto estaba levantado y había una copa rota a sus pies. Carola, sentada a su lado, bebía impasible. Después añadió sin mirarle.
—Te dije que algún día sufrirías por lo que me hiciste.
El silencio no supo a quién mirar. Ernesto se sentó de nuevo, con un charco de sidra empapando sus zapatos y los de su verdugo.


Foto: Ana Matesanz


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