domingo, 19 de agosto de 2018

El más pequeño


Quiso el Sol de Agosto nacer un nuevo día sobre el campo de flores grandes como arbustos. En la gran llanura cubierta de girasoles secos, al lado de la cuneta, crecía uno de ellos. Todavía era amarillo y las abejas visitaban a diario sus innumerables flores diminutas. Crecía en un rincón de tierra baldía y ello le había impedido crecer rápido como sus compañeros; siempre había sido el pequeño, el olvidado de los insectos y al que le quitaban el alimento de la tierra.
Pero ahora, los demás habían sucumbido ante el peso de su enorme cabeza llena de pipas, y él era el único que daba un poco de luz al campo seco.
Esa mañana asomó por el camino una cosechadora enorme, ruidosa, y sin más pasó a su lado. Empezó a rodar sobre el terreno, recolectando las pipas que habían dado su razón de ser a los girasoles.
A mediodía, a un lado de la cuneta, un único girasol crecía orgulloso, mostrando al astro rey su cara amarilla. “Ahora soy el más grande y hermoso”.

Foto: Ana Matesanz

No hay comentarios: