jueves, 16 de junio de 2016

La portería

Y como nunca cambiaron el bombín todo el mundo podía entrar con cualquier llave. Desde siempre ella recordaba a alguien en su casa.
Entraba al baño y se encontraba la ducha ocupada por el vecino del quinto. Otro día iba al cuartito de estar y la adolescente del primero estudiaba para el examen del día siguiente. Una tarde se encontró al vecino del ático echando la siesta en su cama. O los niños del segundo jugando al balón en el salón.
Estaba claro, no había que cambiar el bombín, porque la portería era el refugio al que ir cuando había problemas en casa.

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