Hoy ya no llueve. Por fin se me secará el
serrín dentro de un par de días. ¿Cuánto tiempo llevaré en este desván? Desde
la última limpieza en que me barrieron a este rincón han caído las hojas del
chopo dos veces. No se le ve, únicamente reconozco el paso de las estaciones
porque alguna de sus hojas tapa el agujero del tejado que tengo sobre mí.
Todavía
recuerdo cuando Marta lo plantó junto a su padre en el jardín. Tenía dos añitos
y a mí me colocó cuidadosamente sobre una piedra, después de darme un beso en
la cabeza. No quería que me manchara ni me lastimara con la azada.
Cuándo
las ramas del chopo ya eran más altas que el tejado, Marta me sacó de su
habitación para hacer sitio a sus vestidos, libros y ordenador. Ese fue el día
más triste de mi vida. Despreciado por quién te ha querido, encerrado en un
oscuro desván y después barrido como una mota de polvo.
Foto: Ana Matesanz |
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