Como un paréntesis de plata
y negro, el flexo se yergue sobre la mesa de la trastienda. Espera
pacientemente a que un dedo sobre el botón, le saque del olvido nocturno para
iluminar el trabajo del relojero. Este, con sus manos de mecánico y artista,
desmonta engranajes afinando horas, en la rueca donde la Parca hila la vida marcada por Cronos el Imbatible.
Foto: Ana Matesanz |
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