¡Vivir
a lo grande de los bienes gananciales! Por fin, a los sesenta años se lo podía
permitir. Llegar a donde él no era fácil. Mentir y estafar le había supuesto
una lucha constante contra su conciencia y la educación recibida.
Había
delatado a su hermano que se pudría en la cárcel desde hacía años, lo que le
suponía constantes noches en vela; y conseguir tener ocultas las cuentas
bancarias a base de sobornos, era algo que le quitaba demasiado tiempo de otros
negocios más lucrativos.
Toda
su vida había trabajado y arriesgado para conseguir disfrutar de una buena
jubilación que bien se tenía ganada.
Foto: Ana Matesanz
1 comentario:
Un escrito con mucha ironia y mucha verdad escondida.
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