jueves, 25 de febrero de 2016

Macaón

Macaón vuela al fin libre del capullo que la ha retenido, comprimiéndola a su pesar, durante tanto tiempo.
Sobre la flor de un majuelo, deleitándose con el néctar que por primera vez entra por su trompa, recuerda los lejanos días en que reptaba torpemente.
Era hermosa, una preciosa oruga rayada de negro y amarillo, no como las peludas procesionarias que siempre van en fila. Macaón era solitaria y le gustaba saborear las hojas del hinojo, embriagándose con su olor dulzón. A veces, sobre la perspectiva aérea que le daba su manjar, soñaba con volar como los dientes de león. Pero siempre el miedo le impidió soltarse.
El mismo miedo que mientras era crisálida le haría despertarse cada vez que algo movía la rama a la que estaba sujeta. Entonces era vulnerable, tanto como ahora, con sus grandes alas, con las que vuela hacia una oropéndola, amarilla, hambrienta.


Foto: Miguel Angel Díaz

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