Oye…
escucha. Parecía que le quería decir el sonido del viento susurrando en la copa
de los árboles.
Ssssh…escucha.
Ella se llevó las manos a la cabeza. No quería oírlo. Ese sonido siseante le
martilleaba la cabeza. Corrió a su casa. Pero fue imposible dejar de oírlo
porque las ventanas cerraban mal y el viento se colaba por las rendijas
silbando.
Sssh
… oye … escucha. Tengo algo que contarte. Parecía querer decirla. Pero ella no
quiso escucharlo.
La
mujer se tiró al sofá y se tapó los oídos con dos cojines, hasta que agotada se
quedó dormida.
Le
despertó el canto de un pájaro. Entreabrió los ojos y vio como un rayo de sol
se colaba por la ventana posándose sobre su mano, como si con su calor quisiera
levantar a la mujer. Pero esta en lugar de moverse se quedó mirándolo como
hipnotizada.
Entresueños
le pareció oír el chirriar de una puerta al abrirse y después unos pasos que se
acercaban. En el umbral de la puerta apareció su hija con el rostro
descompuesto. La madre se sentó en el sofá mirándola, pero no dijo nada.
La
hija tomó la palabra:
—El
barco de papá se hundió anoche. No hay supervivientes.
Entonces
lo entendió. La voz del viento le quería decir que todo había acabado. Pero
ella no quiso escucharlo.