Buscaba por arriba y por
abajo. Por la derecha y la izquierda. Nada, no había la más mínima rendija.
Afuera estaban las flores con polen y la colmena. Por fin descubrió que pasaba
luz por un agujero en el que cabía su cuerpo diminuto. El insecto se dirigió
hacia él y mientras traspasaba el ojo de la cerradura la mujer metió la llave.
Foto: Ana Matesanz |
1 comentario:
Pobre abeja
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