El
otro día, revisando fotos antiguas, di con unas imágenes en las que había
sacado a una hembra de mapache junto a sus seis crías.
Fue
una preciosidad verlos jugar, subir a los árboles y costaba creer que pertenecieran
a una especie invasora. Me miraron a los ojos confiando, entonces me di cuenta
de que debía informar de su presencia. Era un deber hacerlo, ya que las
especies invasoras son la segunda causa de extinción de biodiversidad.
Pero
cuando una madre, aunque sea animal, te mira a los ojos y no se lleva a sus
cachorros sabiendo que no les vas a hacer nada. Cuando te deja que disfrutes
con su presencia… no puedes hacerlo. Porque no es culpa suya ser invasora. A
sus antepasados les sacaron de su tierra para meterlos en jaulas y ser juguetes
de niños mimados.
Mi
trayectoria hace que para defender el Medio Ambiente me tenga que endurecer en
casos como este. Yo habría preferido ver una familia de garduñas, de nutrias, de
osos o de cualquier especie autóctona. Pero me tuve que conformar con su
enemigo. Mi primera reacción fue de repulsa… hasta que vi a los cachorros
jugar.
Es
una pena llegar al extremo de tener que exterminar lo que se trajo como
juguete, a lo que se compró para hacer compañía a un niño con problemas. Los
psicólogos aconsejan a los padres que proporcionen a sus hijos un animal de
compañía. Dicen que ello les ayuda a madurar y ser responsables. Pero no
valoran el cargo que eso supone para las familias. Quizá lo que los niños
necesitan es que sus padres se tiren al suelo a jugar con ellos.
La
moda de las especies exóticas se está extendiendo tanto que algunos pisos ya
parecen zoológicos. Ahora la gente se lleva a casa cualquier animal que ve en
el campo. Como el galápago europeo, que desaparece de su ecosistema para llenar
los terrarios; a la par que los galápagos de Florida salen de ellos para
invadir sin límite nuestras charcas.
Dejemos
cada animal en su sitio. Que no tengamos que aniquilar lo que con tanto cariño
acogimos en nuestro hogar. Las especies exóticas invasoras son la segunda causa
de extinción de biodiversidad. Desplazan a las autóctonas por competencia de
alimento y refugio. Son más fuertes, les trasmiten enfermedades y no tienen
competidores ni depredadores. Son tan adaptables que son muy difíciles de
erradicar en el medio ambiente natural y urbano.
Hay
especies que se introducen accidentalmente en el transporte de mercancías o por
otros medios. Pero podemos evitar que el problema de las mascotas vaya a más.
Simplemente seamos capaces de salir al campo y disfrutar de la visión de los
animales salvajes. Y si queremos llevárnoslo a casa, que sea en una foto. Si
somos capaces de disfrutar de su visión y su canto en su hábitat no
necesitaremos poseerlo. No querremos comprar un loro de vivos colores porque
disfrutaremos de un abejaruco en primavera.
(Ley de Patrimonio
Natural y Biodiversidad. Ley 42/2007)
(Catálogo de especies
invasoras. Real Decreto 630/2013, de 2 de agosto)
Foto: Ana Matesanz |