En las estrechas
calles,
la vida despierta
bajo la Luna y la bombilla.
Se llena de amores
ocultos
y juegos
infantiles.
En la tibia velada,
las ventanas abren
vidas
que muestran en
escaparates de verano
los secretos de
invierno.
Días de calima y
sopor,
noches de vida y
pasión.
Las bombillas
prolongan el Sol
y la ciudad
recupera,
en clara noche
primaveral,
las oscuras tardes
de invierno.
Foto: Ana Matesanz |